7 de diciembre de 2009

Nuestro diciembre


El peor momento de un músico, en general, debe ser al finalizar la ultima pieza de una presentación y no obtener ni un aplauso a cambio, ni las voces del publico gritando: “Otra, otra”.
Al final del día, cuando la noche baja el telón, muchas veces nos encontramos con esta amarga sensación. Como si hubiéramos pasado desapercibidos o nos hubiéramos vueltos invisibles ante los ojos de los demás.
Los sentimientos, la vida, las circunstancias, los ánimos, todos son bipolares.
Estos se desvanecen, a veces son tan susceptibles e indefensos como una burbuja. Y aun no he encontrado el balance exacto, poder ordenar y equilibrar el animo de manera que no sea vulnerable, sino preciso. Hacerlos de acero, como algunas veces y que no sean de vidrios como en otras.
Se que a veces todo es un lienzo, un aprendizaje, pero hay recuerdos que son imborrables y perjudiciales, imágenes que debieran de suprimirse para siempre. Que aparecen y mandan automáticamente todo al caño, que te manipulan y son verdugos en todos los aspectos, que desorganizan todo dejándonos como auténticos oligofrénicos.

Lo he dicho antes, ya no debiera de ser un secreto ni tampoco una excusa, diciembre no es mi fuerte o en todo caso mi mes favorito, es como una fantasma que trae recuerdos pasados, presentes y futuros, que hace añicos todo, es el mes que me sensibiliza al máximo.
Es el mes donde todo se puede hacer realidad, como también hacerse imposible.
Donde los costos de oportunidad d todos los tiempos están latentes, echándote en cara todo, restregándote lo bueno y lo malo.
Donde las líneas a creyon se borran y las de tinta te manchan las manos.
Donde cada canción tiene un recuerdo, un significado, una persona.
Donde necesariamente tienes que tener una ilusión y alimentarla para mantenerte en pie.

Es como un chip que se activa en estas fechas y me mantiene algo despistado, bajo perfil.
Es el es mes de reencuentros, compras, gaitas, de sonrisas falsas dibujadas en las caras, de hipocresías, de ironías.
Niños con juguetes lujosos, otros sin absolutamente nada, jugando con carritos de cartón.
Personas “poderosas” o “nuevos ricos” derrochando a diestra y siniestra, otras con una sonrisa de esperanza, esperando un cambio que tal vez nunca llegara y con el estomago vacío. Grandes cenas navideñas y familias muertas de hambre.
Luces multicolores, arbolitos y por otro lado desilusión, tristezas.

A cualquiera persona normal le pone mal todo esto y como ves no soy la excepción.
Hay mucha vanidad, desventajas, perversión, injusticias, etc.

Mientras tanto tratare de ignorar o adaptarme a estas situaciones, tal vez hacerme inmune a todo.

Disfruta diciembre, las navidades!
Intentare hacer lo mismo…

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