28 de noviembre de 2008

Under her nails




Llegan momentos en los cuales no se tiene certeza cierta de lo que pueda suceder.
Ni idea de cómo llegue a esa circunstancia. Admito que tenia algo de predisposición pero nunca pensé rendirme tan rápido, nada.
Callar, disfrutar, era eso.
Su mirada desintegraba mis palabras, yo era nadie, prácticamente nulo. En cambio ella, todo.
Una especie de hechizo hizo acostarme en sus ricas piernas, tan pronto lo hago siento algo suave y delicado que acaricia mi pecho, eras sus manos y sus uñas.
No me percate como ni cuando desabotono mi camisa y llego hasta ahí.

La última vez que vi el cielo era azul. Cierro los ojos por un rato e hizo que fuera eterno y delicioso. Cuando los abrí todo había cambiado.
Era un fondo negro con muchos puntos verdes fluorescentes, a mi parecer como un cielo sin estrellas cubiertos por millones de luciérnagas. Era como una especie de bienvenida de su parte a un lugar desconocido hasta entonces para mí. Un paso de electricidad a mis células.
Sus uñas, lo etéreo, lo mejor.
Eran como afiladas navajas que no hacían tanto daño cuando las pasaba por mi pecho. Sus puntas pequeños colmillos que cuando las clavaba provocaba un dolor placentero, excitante.
Sin duda era un viaje sideral, un crucero deslumbrante.
Medio me doy cuenta y se había apoderado completamente de todo mi pecho.
Sentía como si sangraba, que ardía todo.
Pero el olor de su excitación, su cara de placer me decían y recordaban que todo valía la pena, que disfrutáramos estar así.

Sin mentirte, me encontraba como poseído completamente por una mujer eléctrica que me tenia al borde, disfrutando de algo que hasta los momentos no conocía, que quizás era una especie de fetiche que tenia con ella, estar bajo sus uñas.
Como te dije antes, no recuerdo o mejor dicho no me di cuenta de como llegue a ese extremo. O quizás lo hice pero me hago el loco.
Mi pecho parecía un pastel y sus uñas un cuchillo que con mucha maestría y tacto lo cortaban hasta hacerlo pedazos. O mas ilustrativo aun, un lienzo carnoso donde sus uñas iban dibujando, creando marcas rojas en todos los sentidos, de todo tamaño, de todas formas, como quieras. Solo se que era brutal.
Callar, disfrutar, solo era eso. Más nada.

Luego el tiempo, el reloj, las horas hacían que su presencia se desvaneciera poco a poco.
Que tonto el anochecer que no te deja estar cerca. Como si tuviera celos de tu magnifica presencia. Quisiera en esos y muchos momentos mas detener el tiempo y pasar junto a ti una tarde eterna. Donde hasta lo más increíble, lo más bizarro se haga realidad.

Con mucha calma cierro mi camisa y me levanto aun encantado.
Quede todo marcado, aruñado, exhausto, volando en shock.
Mi pecho esta algo rojo, con cicatrices momentáneas. Me duele, me arde un poco cuando sudo, pero es así.
Pasión, dolor, vida. Callar, disfrutar, gemir, sonreír, sufrir, morir, es eso. Solo eso.
Pagando contigo una condena. Anhelando volver a tener pronto un momento así. Como un niño ansioso por ir a jugar al parque.
Quiero estar prisionero bajo tu cautela, rendido a tus uñas por siempre.

Por unos días tendré que andar con camisas, cubierto o quizás dejar que tod@s vean mis flagelos, los tatuajes que dejaste en mi pecho. Tú marca, tu sello en lo que es tuyo.

“Tus ojos que no dejan
Que yo me pueda mover
Con tus labios te acercas
Soy la victima que acepta
Estar bajo tu merced” (Los paranoias)

(oR3n

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