Ok, sufriré todo ese proceso, tal vez mi piel se haga mas tosca, mi cabello y mi barba sean invadidos por canas o mis movimientos se hagan mas lentos, pero prometo no cambiar mi actitud, mi estilo, mis gustos o maneras de ver las cosas, tratare de mantener firme ese espíritu joven, que la edad no sea un impedimento para disfrutar o darse buenos gustos y buena vida.
He visto de cerca como la edad degrada a las personas a tal punto de convertirse en seres despreciables, con gustos anacrónicos y poca visión de la realidad.
He sido testigo de cómo amigos o conocidos con algo de alcohol en el organismo, tienen o copian fielmente comportamientos o gustos similares a alguien de avanzada edad y se sienten bien, orgullosos de ellos, bien por ellos. Pero se torna algo desagradable las ganas de querer ser algo que aun no somos o vivir algo que aun no nos corresponden.
Para mi envejecer no seria un problema, no significaría tener que volverme terco, chaborro. Más bien trataría de transmitir cocimientos valiosos a una juventud que se hunde y se pierde cada vez más al ritmo del reggaeton, de la violencia, de los malos gustos.
Para mi seria demostrar el valor de las cosas, de que a pesar de lo turbio siempre hay momentos buenos, solo hay que buscarlos.
Nada me haría más feliz y orgulloso que eso, envejecer de cuerpo más no de espíritu, de alma. Oír un buen Rockabilly o un Punk, y no una ranchera o algo similar. No cambiar la comodidad de unos zapatos deportivos por unos de vestir. Mucho menos dejar de disfrutar de un buen partido de fútbol, por ver una novela o una cadena presidencial.
La intención es mantener los ideales, que envejecer no sea algo aburrido
mas bien tomarlo como si no pasara y le he dicho a mi chica cada vez que me acuerdo de esto que no me deje cambiar ni por error. Que nos permitamos disfrutar de la vida, de unos hijos y que ellos llenen esos días, que hagan mil veces mejor todo lo que nosotros no pudimos hacer. Que nos convirtamos en sus cómplices y no ser sus villanos, disfrutar de sus travesuras infantiles y su posterior rebeldía típica de la adolescencia.
Lograr que se mantenga el legado a futuras generaciones y que los sueños, las ideas, los gustos no se pierdan o sean desperdiciados como las hojitas que quitamos cada mañana del almanaque en señal de un nuevo día.
Que envejecer sea un comienzo y no un final.
Cada día me convenzo más de eso…