7 de abril de 2011

5 p.m.


Ya son casi las 5 de la tarde, pareciera que me hubiera levantado hace un rato, lo digo por la rapidez en que pasan las horas, los días.
Una brisa suave, el azul de cielo de a poco se despide para dar paso a la oscura noche.
Para muchos termina la jornada, para otros apenas empieza, para mi ninguna de las dos; para mi todo esta detenido, stand by, estático en un espacio paralelo a la realidad. Lo mucho que me falta por hacer no se compara a lo poco que he hecho.
Hay situaciones que no favorecen o es poca su contribución.

A veces es molesto intentar justificar todo, incomodo repetir o pensar lo mismo en lapsos de tiempo relativamente pequeños.
Resulta normal toparse a menudo con la nostalgia, la ansiedad.
Encontrarle un cierto parecido a cosas o situaciones actuales con las pasadas, situarse en momentos o épocas distantes a las que vivimos actualmente.
Tal vez no admitimos que sean añoranzas o melancolías, parece que llega un momento en el que nos olvidamos que somos humanos, que tenemos sentimientos.
Creo que se le atribuye mas importancia a lo exterior y mas no a lo que sucede en nuestro interior.

Muchas veces nos acostumbramos a hacer y ser lo que otros quieren y resulta que muchas veces esto es totalmente opuesto a lo que nosotros queremos ser o hacer.
Nos esforzamos por ser lo más parecido a un producto comercial, a vender una imagen,  a tratar de agradar y nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra supuesta libertad, del libre albedrío.
Hasta que prácticamente desaparecemos, nos degradamos, nos hacemos invisibles y se hace tarde para rectificar. Se caen las corazas, el entorno se vuelve hostil, resulta que todo es totalmente opuesto a lo que esperábamos y los días, las acciones empiezan a pasar factura, no perdonan.

El reloj ha avanzado unos escasos 20 minutos, todo es igual, absolutamente todo es lo mismo. Café, sigo petrificado en una silla escribiendo esto, de vez en cuando miro al cielo que ahora tiene tonos grises, absoluta paz, sin duda, afuera de mi burbuja tal vez haya mucho caos. Es así.

En otros momentos o instancias de mi vida, estuviera ahora: saliendo de la escuela, colegio, universidad; tal vez jugando fútbol, viéndolo por TV o en un estadium; tocando algún instrumento con alguna banda, solo o escuchando música; en algún trasporte para regresar a casa o caminando hacia ella; disfrutando al lado de mi chica; en un salón viendo clases o esperando para verla; en alguna fiesta precoz o licorería, tal vez, todo es posible. En definitiva, en otras cosas totalmente distintas a las de ahora.

Lo que si he aprendido es que el tiempo de Dios es perfecto, que nada sucede por casualidad, que a veces todo es relativo y que muchas de esas cosas pasadas nos ayudaron a ser lo que ahora somos.

Tal vez por ahora estoy viendo el partido desde la banca, pronto me tocara el turno de jugar en este gran partido llamado “vida”.


Después de todo, apenas nos acercamos a las 6 p.m, absolutamente todo sigue igual.

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