14 de febrero de 2010

Racionamiento de afectos


Hay días en que suelo deprimirme, como hoy. No lo decido yo, ya es algo fisiológico, tal vez sucede por aleatoriedad o yo mismo me manipulo para estar así.
Quizás mi “alto” nivel de exigencia hace parecer inútiles los pequeños esfuerzos y a la vez hay esfuerzos que sin mentirte son insignificantes.
Por eso prefiero algo sencillo, sincero y no complicado, forzoso.
A veces prefiero nada, quizás es egoísta, pero es por mí, y muy pocas veces tomo en cuenta esa parte.
La vida me ha enseñado que hay momentos en que necesito algo, alguien, otras veces no; a veces me conformo, o no lo quiero, o e tarde o me fastidia.
Otra de las cosas que he aprendido es darme mi puesto, no malpegarme ni aferrarme a algo o alguien. Las cosas deben de ser mutuas, equitativas.
Si bien es cierto que a cada momento estamos tomando decisiones y no todas pueden ser correctas o no todas pueden ser erradas. No siempre estoy en ese rango, suelo salirme o quedarme en el limbo, a veces suelo ser la última opción.
Por ello no voy a lugares donde no quiero ir, donde no me necesitan, donde tengo que esforzarme para emitir una palabra, donde me es incomodo estar.
Quizás son caprichos o es una especie de vejez prematura, lo cierto es que hay momentos donde me aparto de todo, que nada me interesa.
No es fácil ganarse mi confianza, pero si suelo decepcionarme o desinteresarme con rapidez de algo o alguien.
Obviamente las ganas, la magia, la intensidad baja, por ello hay que mantener las cosas, estar pendiente de los detalles mínimos.
Ahorita siento que mi sangre es verde y no roja, realmente porque mis sentimientos, mis ganas hacia todo son escasas.
Lastima que estas sean cosas que no se pueden comprar o controlar sino que forman parte de un proceso natural y creo que carezco de el.
Ya estoy cansado de muchas cosas, de la rutina, quizás falto de cosas que me impresionen. Todo me fastidia, nada tiene sentido.
Desechado, olvidado e inútil como un periódico viejo.
Es así.
Hay días en que somos muy importantes, felices y otros no, sencillamente somos invisibles o nulos.
Ya ves, no decidí deprimirme o sentir esto, pero así son las cosas.
A la final siempre término pagándola yo, siempre los racionamientos son para mí.

Quizás mañana o luego sea mejor, aun no todas las veces sea así, lo digo por experiencia.

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