Somos egoístas al pretender que todas las cosas permanezcan igual
a través del tiempo, pueden mantenerse intactas o estáticas, mejorar o
empeorar, pero sufren de alguna manera u otra un cambio generacional.
Podemos incluir en esto: objetos, amistades, relaciones
afectivas, bien sea familiares o amorosas, y todo aquello que pudiera “conservarse”
en el tiempo.
Con los objetos, algunos toman valor, otros lo pierden,
algunos forman parte de algún legado.
No es lo mismo jugar en un viejo Atari, que hacerlo con un
PS3, o cualquier gadget moderno. La comparación es abismal, contiene una mezcla
de nostalgia con evolución.
Con las relaciones amorosas podemos llegar tan lejos como
nos propongamos, claro si estamos con la persona correcta en el momento justo. Ocurre
que a veces esta la persona pero no es el momento y viceversa. Es necesaria la combinación
de ambos sucesos.
Las relaciones familiares se mantienen por el vinculo sanguíneo
que involucra, aunque muchas veces no sean las mejores, algunas tienden a
fortalecerse, otras a corroerse.
Las amistades son más complicadas de describir ya que suelen
ser cambiantes y versátiles; podemos encontrar de todo, desde honestos hasta
desleales; los que después de tener una buena posición se van degradando hasta
ser simples conocidos o contactos; o los que al pasar el tiempo se van
volviendo piezas imprescindibles.
La amistad es como una pirámide, debe de tener bases solidas
para que el ascenso sea confiable y seguro; no un castillo de naipes que se
derrumba ante el mínimo soplido.
Sucede que las prioridades de las personas al pasar el tiempo
son distintas, no podemos quedarnos aferrados a vivencias pasadas ya que
estamos en una evolución constante, en continuos retos y por ende no podemos
vivir estáticos, sino estar en movimiento.
Es algo respetable y que se tiene que entender.
Entonces basado en las acciones e intenciones debemos de
esperar un resultado acorde y saber interpretarlo, descifrar el mensaje.
Todo cambia, evoluciona, para bien o para mal. Es parte de
la vida misma.
Nada queda congelado en el tiempo, nada permanece igual.
Cada quien toma su rumbo de acuerdo a la conveniencia o lo
que espera encontrar, debería de ser así y no quedarse anclado en pasajes antiguos,
esperando que todo sea lo mismo.
El miedo inminente de toda persona debería de ser como el de
una fruta, que luego de tantos cambios hasta llegar a ser vistosa y apetecible,
no sea tomada en cuenta por nadie y cuente sus días sola hasta podrirse, sin
haber servido, ni ser productiva, sin dejar semillas para que sus genes
permanezcan en el tiempo.
Recordando que el siguiente paso a la madurez es podrirse.
Entonces debemos de aprovechar el tiempo, aprovechar todo,
las personas mientras permanezcan a nuestro lado. Hacer cosas productivas, que
sean duraderas al pasar los años.
Que nuestra presencia se note cuando ya no estemos. Vivir y
dejar hacerlo, es todo.
Prepararnos para lo que viene y sacar lo mejor de
ello. PD: Imagen tomada del nuevo disco de la banda "The Zeta" titulado "Las nuevas tendencias"